Brigada Termales, Nuqui, Choco.

Brigada Termales, Nuqui, Choco.

NOMBRE DE LA ACTIVIDAD DE PROYECCIÓN SOCIAL: JORNADA DE SALUD MUNICIPIO DE NUQUI
– CORREGIMIENTO DE TERMALES
Nombre de la Misión:
Brigada de salud. Nuquí – Corregimiento de Termales
Patrocinio:
Fundación Caballito de Mar
Searca
Envía transportadora
Fundación Procaps
Fondos municipales municipio de Nuquí Chocó
Fondos propios del Corregimiento de Termales y su población (hospedaje)
Recursos propios
Objetivo:
Brindar atención médica desde diferentes especialidades a la comunidad de Termales y
corregimientos cercanos
Poder dar conceptos desde medicina especializada para guiar el manejo de enfermedades
más complejas
Educar a la comunidad sobre las patologías más prevalentes y promover estilos de vida
saludables y pautas básicas sobre el autocuidado en salud
Llevar atención médica a zonas de difícil acceso donde no se cuenta ni siquiera con puestos
de salud o profesionales de la salud
Abarcar la atención desde diferentes especialidades articulando un cuidado integral del paciente
Poder entregar medicamentos básicos y necesarios según las necesidades de los pacientes y que se obtuvieron de donaciones de fundaciones y personas particulares
Tipo de intervención: Brigada de salud, medicina especializada, educación, promoción y prevención, y detección de patologías, diagnóstico y manejo
Lugar de la intervención: Corregimiento de Termales, Nuquí, Chocó
Población beneficiada con el proyecto: Población de corregimiento de Termales, así como corregimientos aledaños como Joví, Partadó, Arusí, Coquí
Número de personas beneficiadas: Aproximadamente 800 personas
Duración de la brigada: 4 días
Relato de la Experiencia:
Viajamos a Nuquí desde el aeropuerto Olaya Herrera en Medellín, en un vuelo de Searca en avioneta
de 19 pasajeros. Nos reunimos el grupo completo antes de viajar, y juntamos todas las donaciones
de medicamentos e insumos. Desde ese momento se sintió el trabajo en equipo y el apoyo, ya que
empezamos a clasificar, organizar, y empacar en mejores condiciones los insumos para poder
llevarlos en el avión y después en las lanchas que nos llevarían al destino final. Éramos de varias
especialidades, algunos residentes, otros egresados, representantes de las diferentes fundaciones.
En el aeropuerto incluso estaban algunas familias de nosotros que fueron a llevar, y también ellos
participaron del trabajo grupal inicial de organizar los medicamentos. Nos presentamos entre todos,
recibimos información general, instrucciones, hicimos el proceso de pesar todo lo que llevábamos,
obtener nuestros pasajes de abordar, y a las 8 de la mañana estábamos montándonos a la avioneta,
ya entre risas se sentía la emoción de todos, la expectativa, y también empezábamos a formar
amistades.
En mi caso personal, desde que nos hicieron la invitación y supe que iba a ir, les conté a mis papás
sobre la brigada y mi mamá, que es médica psiquiatra, inmediatamente se interesó. Como además
ella conocía a la dra. Carolina Velásquez la coordinadora de la brigada por ser ambas egresadas de
la misma promoción del CES, se confirmó que había cupo, y mi mamá pudo sumarse a esta
experiencia.
En la avioneta, ya se veían abrazos y cogidas de mano de las que tenían miedo a volar, con
compañeras y colegas que recién habían conocido, para consolarlas y darles un poco de
tranquilidad.
Aterrizamos y ya la emoción entre nosotros estaba a tope, las personas de Nuquí nos recibieron en
el aeropuerto con bombos y platillos literalmente, un grupo musical, agua de coco, alcalde,
funcionarios públicos y representantes con sonrisas de oreja a oreja dándonos la bienvenida y
agradeciéndonos por estar allá.
Ya con el calor y la humedad muy evidente nos íbamos acomodando a lo que nos esperaba los
siguientes 4 días: nos cogimos el pelo, nos pusimos la ropa más fresca y cómoda posible, sandalias
para pasar el mar y montarnos a la lancha, cada uno con 2 o 3 bolsas llenas de medicamentos, aparte
de nuestro equipaje propio, y así llegamos al paraíso que iba a ser nuestro hogar.
La bienvenida fue más de lo que esperábamos, un show de baile preparado por el grupo de danzas
de las niñas, todo el grupo de logística entre trabajadores sociales, líderes sociales, dueños de las
posadas donde nos íbamos a quedar, esperándonos y diciéndonos palabras hermosas que daban
cuenta de lo mucho que ellos, al igual que nosotros, estaban esperando ese momento.
La verdad es que de ahí en adelante todo transcurrió muy rápido. Almorzamos, siempre pescado
local, comidas muy abundantes y deliciosas preparadas con mucho amor, y nos pusimos a organizar
la “farmacia” con todos los medicamentos que habíamos llevado. Clasificar, separar, reconocer lo
que teníamos para saber con qué contábamos para nuestros pacientes.
Cuando menos pensábamos, ya había fila, y empezamos con nuestra consulta, en la escuela del
corregimiento que no era sino 3 salones sin puerta, sin electricidad, con sillas apenas para los que
habíamos ido. Llegaba paciente tras paciente, una fila interminable, cada persona que se sentaba
con los ojitos de ilusión y muchos motivos de consulta, todos llegaban con enseñanzas de hierbas
medicinales, y con mucho agradecimiento con cualquier manejo que les pudiéramos dar.
Así transcurrieron la tarde del jueves, el día viernes y sábado completos, en horario de 8 a 5 de la
tarde. Nunca tuve mi silla vacía. Sólo me paraba para tomar agua y secarme el sudor, además de
para ir a hacer mis “interconsultas” a mis compañeros. Pero mi especialidad sobre todo además de
pediatría definitivamente eran las más concurridas e incluso me atrevo a decir nos tocó dejar
personas sin atender porque las “inscripciones” cerraban 1 hora antes de terminar el horario, y aún
así terminábamos usualmente más tarde de lo planeado.
Desde dolores abdominales probablemente sin significado patológico, lumbalgias por millones,
artrosis, jóvenes con malaria, hasta personas muy ancianas con patologías ya muy avanzadas y
complejas que yo poco podía hacer para remediarlas, se iban sentando en mi silla con sus mejores
vestidos y regalos para nosotros. Todos llegaban con muchas expectativas, y el miedo más grande
que tuve al empezar la brigada que era tal vez no contar con el conocimiento suficiente para resolver
los cientos de motivos de consulta que me esperaban, se fue disipando. Aún cuando no estaba
segura del diagnóstico o el manejo indicado, tan solo con explicarle al paciente, darle palabras de
consuelo, educarlo sobre las posibilidades, dándole los tan llamados “signos de alarma”, y cualquier
posible manejo sintomático, quedaban inmensamente agradecidos y yo entendía que más que
resolverles todos sus problemas o “salvarles” la vida con tecnologías avanzadas o conocimientos a
profundidad, ellos querían ser revisados, tocados por un médico, querían tener consuelo, y ahí al
soltar ese miedo y entender lo más importante que yo fui a hacer a Termales, fue cuando se me
quitó el calor, se me quitó la sed, no volví a sentir cansancio y fui plenamente feliz.
A las 5 de la tarde, podíamos parar nuestro trabajo e ir a disfrutar de los paisajes y atracciones
locales, las aguas termales, las playas, las fiestas y la única tienda de “vida nocturna que había”, y
eran estos los mejores momentos para contar anécdotas del día, compartir entre los que habíamos
ido, y darse cuenta la calidad humana de cada persona que habíamos ido. Nos fuimos volviendo
amigos con un lazo que será difícil de deshacer, porque lo que vivimos en esos 4 días juntos es algo
extraordinario e irrepetible.
En las noches sin electricidad, en cabañas muy humildes, con un poco de temor por los insectos, y
mucho calor, agradecí inmensamente por aspectos que parecen “insignificantes” de mi vida, pero
también me di cuenta que por amor y por vocación, hasta mi mamá y cualquier persona no tiene
problemas con las condiciones de incomodidad solo por sentir la satisfacción que da ayudar y
consolar a nuestros pacientes.
El domingo, nuestro último día, además fuimos afortunados porque iba a haber liberación de
tortugas, y fue el cierre perfecto de 4 días de experiencias inolvidables.
Ha sido la mejor experiencia que he tenido en mi vida. Siento que me hizo una mejor médica, me
hará una mejor internista, y siento que nos hizo mejores profesionales a todos los que hemos tenido
esta experiencia. Entender la realidad del país donde vivimos, entender que más allá de la ciencia,
de la evidencia, hay una realidad donde no hay acceso a un médico en años, donde deben tomar
lancha, avión, bus por más de 6 horas para ver el especialista más cercano, donde no hay educación,
no hay cultura en salud, es vital para el ejercicio médico. Para aterrizar en nuestro contexto social y
poner de primero lo más importante en el ejercicio de la medicina: QUIÉN es mi paciente y hasta
donde puedo yo como médica llegar, no para curar o aliviar, sino siempre para consolar y dar lo
mejor de mí. Supe en los 4 días que no llegué a salvarles la vida a los pacientes, supe que no tuve
forma de dar los mejores tratamientos indicados por guías y expertos, pero supe también que yo,
Camila, era lo único que ellos tenían, que cada palabra que yo les dijera iba a transformarles la vida
y la forma de ver sus síntomas, que si se quedaban con cualquier enseñanza de la educación que
pude brindarles, mi trabajo había sido exitoso.
Pienso que es necesario como universidad, como gremio, como personas privilegiadas que somos,
retribuir a la sociedad, salir a aprender lecciones de vida, por fuera de nuestro ejercicio cotidiano, ir
a los lugares más alejados para crecer como profesionales, para generar vínculos entre
especialidades. En la cotidianidad de lo que hacemos es fácil perderse, pero en estos 4 días me
inspiré, me motivé, me volví a enamorar y a crecer en mi fé por lo que yo hago todos los días,
reafirmé mis ganas de adquirir conocimientos para serle útil a mis pacientes, mejorarles su calidad
de vida, y ser todos los días más feliz con mi elección de vida. Fue una experiencia profundamente
gratificante, y agradezco a cada persona que hizo esto posible, a todos mis compañeros, mi mamá
por vivir esta experiencia conmigo, coordinadores, logística de Nuquí y Termales, a cada paciente, y
a cualquiera que haya puesto un granito de arena para que esto fuera posible. Nunca voy a olvidar
esta experiencia y estoy segura que soy una mejor persona, y mejor médica después de estos 4 días.


FUNDACIÓN CABALLITO DE MAR CUENTA DE AHORRO
BANCOLOMBIA No 005-793889-60

Escanea Nuestro QR

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.